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Javier Salvago, El corazón de oro y otros relatos, Sevilla, La isla de Siltolá, 2019
JAVIER SALVAGO: NARRATIVA CON PERFILES DESENGAÑADOS
José Cenizo Jiménez
Javier Salvago (Paradas, Sevilla, 1950), reconocido poeta de la generación de los ochenta, ha decidido volcarse en la narrativa los últimos años, bien en forma de memorias –Memorias de un antihéroe (2007) y El purgatorio (2014)- o de narrativa breve, cuentos.
Premio Nacional de la Crítica de Poesía, Salvago ya definía su línea narrativa en la primera entrega, El miedo, la suerte y la muerte (Huerga Fierro Editores, Madrid, 2015), como de “historias de miedo, de intriga, de cosmoficción, del más acá, del más allá y el más adentro, irónicas casi siempre”. Quien escribió en verso “El humor nos salva”, en la obra siguiente, No sueñes conmigo, una continuación de la estética e intención del anterior, también hablaba de historias de lo cotidiano en esta sociedad entre cruel y banal, con apego a lo paranormal o extraño, inquietante. Mezcla de sueño y realidad, allí presentaba a una madre asesina, a una esposa difunta que se venga de que no le sea fiel su marido, describe la mala vida de un pobre suicida pobre, denuncia aspectos como la manipulación de los poderosos o el control excesivo mediante los medios actuales, algo que se repite, ya como un canon o enfoque personal de su narrativa, en esta nueva obra, también con variada temática, personajes muy distintos, pero una misma línea basada en la ironía y el humor para censurar lo que le desagrada de esta sociedad actual. Ironía y desencanto, más esa crítica social profunda, que circulan por las historias que construye.
En El corazón de oro y otros relatos hay esa mezcla de locura, misterio y terror, aunque con cierta ironía que suaviza, que nos recuerda a Poe. Su relato más destacado, “El corazón de oro”, es un relato sórdido y escabroso, combinando locura, crimen y esos malentendidos con el lenguaje que tan malas jugadas pueden hacernos pasar.
En muchos hay unas referencias a la actualidad (de sucesos o de tendencias como el antinatalismo) que el cambio de nombres o de final no oculta, referidos a crímenes horribles o a ejemplos conocidos de corrupción. No falta el sentido apocalíptico, como en “El último hombre civilizado”, el tema de los celos llevado al extremo (“Lo sabía todo”) o ese cuento largo pero gratificante que se lee con mucho interés, “Whiston Paradise”, sobre la eterna diferencia entre ricos y pobres con un relato de ciencia ficción (por ahora). Entre sus temas preferidos, el ataque al poder de seducción y manipulación de los medios de comunicación y de las actuales redes (“Subliminal”), que acaban con el sentido de la libertad.
Construye sus narraciones sin grandes pretensiones, con sencillez, lo que agradece el lector, que leerá estos cuentos con interés, atraído por la fuerza de la mezcla de denuncia y fantasía, de estupor e ironía. Nos alegramos de estas incursiones en la narrativa por parte de quien tiene un claro hueco en la mejor poesía de los últimos años, pues, aun siendo géneros diferentes, no dejan de mostrarse interesantes aspectos de su lenguaje y de sus preocupaciones esenciales.